En las últimas semanas, mientras la ciudad despierta entre notificaciones y pantallas encendidas, un fenómeno recorre las redes sociales como un eco distorsionado: influencers que, sin mayor rigor que la prisa por sumar vistas, lanzan “noticias” sin respaldo, sin fuentes y, sobre todo, sin responsabilidad. Se presentan como voceros de la verdad inmediata, pero lo que dejan tras su paso es una nube de confusión, rumores y medias verdades que, en ocasiones, lastiman más que informan.
A cada minuto, un video grabado a la carrera, mal iluminado y peor investigado, se viraliza. El creador sonríe a la cámara mientras asegura tener “la exclusiva”, pero detrás de esa seguridad no hay más que improvisación. En sus palabras no hay contraste de datos, no hay contexto, no hay ética. Solo ruido. Un ruido que, en tiempos de inmediatez digital, puede convertirse en tormenta.
En contraste, lejos de los reflectores fáciles, el periodismo móvil —ese oficio que aprendió a caminar con un teléfono en la mano sin renunciar al rigor— continúa demostrando que la tecnología, en manos responsables, es una aliada. Los periodistas móviles cruzan calles, se acercan a los hechos y dialogan con las fuentes. No temen pausar para verificar, ni borrar una toma si lo que está en juego es la veracidad. Su trabajo no se mide en “likes”, sino en servicio público.
Con un mismo dispositivo, uno genera contenido y el otro genera información. La diferencia está en la formación, en la ética y en la convicción de que comunicar implica un compromiso con la colectividad. Porque sí: un celular puede ser una herramienta poderosa, pero solo cuando se usa con criterio, conocimiento y respeto por la audiencia.
Mientras los influencers buscan viralidad, el periodismo móvil continúa buscando verdad. Y en tiempos donde cualquiera puede grabar, pero no cualquiera puede informar, la mejor herramienta sigue siendo la formación. Porque solo así, en medio del ruido, las noticias verdaderas podrán seguir llegando claras, precisas y con sentido para quienes más las necesitan: la colectividad.




